
En la Sala de la Fundación Institucional de Paraná, se llevó a cabo la presentación de las obras de la reconocida artista paranaense Gloria Montoya.
Una nueva iniciativa de la Agenda Cultural de Sidecreer que tuvo a su titular, Mario Martegani, como anfitrión y presentador de Mercedes Daneri -a quien pertenece la colección de obras que se exponen- y Marcelo Olmos, que hizo una semblanza de Gloria Montoya.
Gloria Montoya
Estudió en la Escuela de Bellas Artes “Ernesto de la Cárcova” (Buenos Aires), de donde egresó en el año 1957, completando su formación en el taller del pintor Vicente Forte.
El Superior Gobierno de la Provincia de Entre Ríos, le otorgó la Beca Federal de Bellas Artes en el año 1960, que le permitió viajar a Europa, realizar talleres con artistas de renombre y acceder al mundo del arte y la cultura ancestral. Posteriormente, el Fondo Nacional de las Artes, por concurso, le otorgó una beca para estudiar grabado con el Maestro Santafesino Oscar Esteban Luna. En el año 1974 se recibió de Profesora de Filosofía en la Universidad Nacional de Rosario. Fue docente y directora de la Escuela Provincial de Artes Visuales “Roberto L.Carnelli” de Paraná. Integró el mítico “Grupo 633” junto a Carlos Asiaín, Juan Gerardo Zapata y Felipe Aldama. Participó como expositora en innumerables cursos provinciales y nacionales de formación artística, seminarios, conferencias y mesas redondas sobre arte en general y artes visuales en particular. La Biblioteca especializada en arte del Museo Provincial de Bellas Artes, lleva su nombre y se gestó a raíz de su fondo bibliográfico brindado por la familia. También lleva su nombre el Centro Cultural “Gloria Montoya” (hoy con su baldosa QR) y se encuentra pintada junto a otros grandes exponentes de nuestra cultura, en la cúpula del Concejo Deliberante del Municipio Paranaense. Fundó el “Taller del Río” en calle Liniers, espacio en el que se desarrollaron talleres, exposiciones, concursos, presentaciones de libros, conferencias, teatro, eventos musicales y espectáculos. Actualmente se erige un monolito en el Puerto Nuevo recordando su presencia y su amor por el lugar que consideraba mágico, el Puerto Viejo.